viernes, 23 de abril de 2010

Mujeres, niños y niñas atrapados en la cárcel

La Plata, Buenos Aires (Agencia Paco Urondo, publicado en La Cantora.org) La última semana evidenció, en la Unidad Penitenciaria N° 1, una clara prueba de los tormentos que los presos y sus familiares sufren tras los muros y las rejas. Un desperfecto cualquiera puede ser la chispa que enciende lo que siempre está a punto de estallar: la descarga de represalias violentas en nivel descomunal, que en menores dosis reciben diariamente. Esta vez, mujeres y niños, durante el horario de visita fueron acorrolados en uno de esos momentos.

El 13 de abril se rompe el termotanque en la U11 a las 18 hs y, por esa razón, a los presos les informan que se los engomarían a las 19 hs. Engomar es un término carcelario que significa que cada uno queda en su celda, aislado; algo que sucede a las 22 hs diariamente. Dada esta situación, los detenidos pidieron que el plazo se extendiera hasta las 20.30 o 21 hs. Los penitenciarios les respondieron que iban a consultar y la contestación que trajeron al regresar fue la represión: gases, palos, golpes son la respuesta.

El 14 en el horario de la visita, después de pasar por la humillante requisa, sucede otro abuso: familiares de los detenidos al observar las condiciones en que los encontraron, decidieron permanecer en el lugar hasta que un juez se hiciera presente. Cinco mujeres y tres niños quedaron a merced del corte de gas, luz y agua que realizaron, a continuación, los responsables de la Unidad. Reclamos y denuncias por los maltratos allí recibidos se acumularon sin mediar solución. En un intento desesperado pretendieron ser atendidos. Sumado a ello, en el sentido común de las personas que pierden su libertad, de los familiares y aún de quienes los defienden, aparece la contradicción sobre si denunciar o no estos periódicos (y muchas veces cotidianos) abusos. Las consecuencias son que si no se denuncia, el “vale todo” se incrementa; si se denuncia, aparece el miedo a una represalia o la concreción de la misma. Por ello, ante tanto abandono judicial, y con el fin de que se constaten las lesiones y garantizar la seguridad de los presos pusieron en riesgo sus vidas y la de sus niños. Este hecho sirvió de argumento para amenazarlas de quitarles sus hijos, por exponerlos a esta situación. Desde Zainuco, organización de defensa de los derechos humanos de las personas privadas de libertad denunciaron, difundieron, e iniciaron acciones legales. Gracias a la aparición televisiva de Gladys Rodríguez, integrante de dicha organización, la Fiscal Sandra Ruixo, finalmente, se hizo presente en la U11. Aunque ya, con 24 horas de retraso.

Por esos días dicha organización se ocupaba de la situación de un joven interno de 20 años que, por haber denunciado malos tratos y vejaciones en una fiscalía, perdió la primer falange de su dedo índice, figurando esto como “accidente”. Actualmente está siendo amenazado de muerte, y se lo atormenta bajo la frase de “que no será un dedo lo que pierda”. El viernes 16 se presentó un Habeas Corpus por la situación del detenido y de las agresiones que se están realizando en la cárcel. Por la noche continuaron las tensiones en la Unidad 11 y una nueva represión se llevó a cabo, pero en el pabellón 1, donde se encuentra el joven. Hoy Zainuco se entrevistará con los jueces de Cámara. La denuncia es el compromiso de quienes están fuera de las cárceles. Una contribución en la lucha por terminar con los comportamientos mafiosos, la tortura y la muerte que se despliegan en esos campos de concentración. (Agencia Paco Urondo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario