miércoles, 27 de enero de 2010

Un panorama del proceso político, desde una perspectiva de la clase trabajadora y desde la patria latinoamericana. Por Franco Lucietto

Capital Federal (Agencia Paco Urondo) La reciente restauración conservadora por la vía democrática-electoral en Chile impulsa a realizar un ejercicio analítico, y abordar ciertos puntos conflictivos entre las fuerzas político sociales que intentan profundizar la integración latinoamericana, aumentar la distribución de ingresos a favor de la clase trabajadora y lograr ampliar los márgenes de soberanía de los estados de la región para dotarlos de herramientas hacedoras de justicia social[1]. La mirada desde la clase trabajadora y Latinoamericana, como identidad nacional y como perspectiva regional, está vigente en el desarrollo, pero sin lugar a dudas está anclado en la subjetividad de quién lo realiza, asentándolo en el plano político que es el lugar dónde se dirimen las relaciones de fuerza y las acciones concretas, y en el plano territorial que es la República Argentina[2]. A pesar de lo interesante y extenso que se puede tornar el abordaje de los ítems mencionados, el tiempo apremia, por lo tanto quedará reducido a cuestiones consideradas medulares.

RECORRIDO NECESARIO

Luego de la ola de golpes de estado sucedidos en América Latina en las décadas de 1960 y 1970, llevados a cabo por la alianza entre los intereses norteamericanos y las fracciones de poder dominantes, con el objetivo de disciplinar socialmente a los sectores subalternos, se produjo el retorno a la democracia en la mayoría de los países latinoamericanos. El saldo fue una cantidad extraordinaria de muertes, desapariciones, torturados y secuestros de identidades, conjuntamente con reformas estructurales de la economía y condiciones y condicionamientos sociales para profundizarlas a lo largo del tiempo. La década 1990 fue la gran manifestación del peso específico que la dictadura civico-militar había impuesto a la región, y el consenso de Washington el surco por el cual las reformas estructurales de carácter neoliberal debían transitar insoslayablemente.

Factores marcadamente endógenos, como la crisis de la convertibilidad de la moneda en el caso argentino, ponían fin a un modelo que se parecía mas a una máquina de marginar (niveles altísimos de desocupación, pobreza e indigencia, enorme capacidad ociosa y una profunda transnacionalización de la economía). A su vez condiciones exógenas como la redefinición de las áreas de influencia militar intensiva del imperialismo, asentado en el interés energético, brindaron “aire” al proceso de gestación de gobiernos con mayor autonomía en la región. El gobierno de Hugo Chávez inauguraría “el cambio de época”[3] construyendo un proceso de reformas, apelando a la participación popular, el realineamiento de un grupo de fracciones políticas relativamente pequeñas y las fuerzas armadas como herramienta vertebradora conjuntamente con un fuerte impulso de magnitud estratégica a la construcción de instrumentos regionales para la construcción de mayor unidad Latinoamericana. Luego el turno fue de Lula, exponente de la clase trabajadora brasilera, quien asumiría la presidencia, apoyado en el Partido de los Trabajadores (ampliado) y una coalición de grupos de izquierda, movimientos sociales, sindicatos y partidos políticos confesionales.

Esta amplia coalición de gobierno, en muchos casos conteniendo posturas fuertemente contradictorias, sumado a la centralidad del bloque de poder dominante en la arquitectura de la estructura económica brasilera donde la burguesía industrial paulista es hegemónica, no le impidió recorrer la avenida anti neoliberal que inauguró el comandante Hugo Chávez. Meses después asume Néstor Kirchner la presidencia de la República Argentina, por la vía democrática y con el frente para la victoria como instrumento electoral, con centralidad en una fracción del partido justicialista y con la progresiva integración de fracciones de las dos centrales de trabajadores de la argentina, Movimientos de trabajadores desocupados (emergentes del neoliberalismo), organismos de derechos humanos, partidos polítcos, fracciones de los mismos y agrupamientos que iban del reformismo al marxismo leninismo. Se sumaron a estos gobiernos antineoliberales[4] el del Uruguay con Tabaré Vazquez, el de Bolivia con Evo Morales, el de Chile con Bachelet, el de Ecuador con Correa, el de Paraguay con Lugo, el de Honduras con Zelaya, el retorno del FSLN en Nicaragua y el estreno del FMLN en El Salvador.

Este panorama es el color de América Latina, en donde variados puntos de contacto se hacen visibles, tanto en la experiencia de construcción de la fuerza política que después se convertiría en gobierno, ampliación de la base social desde el gobierno, solidaridad e intercambio económico y cultural entre países, etc. Habría que ponerle principal atención para marcar un hito histórico y catalizador de estos elementos a las posiciones desplegadas en la cumbre de Mar del Plata, donde enérgicamente la región rechazó el programa neoliberal para la región impulsado por el imperialismo norteamericano llamado ALCA. Todo esto creo que es necesario remarcar, aunque quien se siente parte y está involucrado en la tarea de impulsar este proceso lo entiende, que las transformaciones aunque sean mas o menos cercanas a la identidad de quien lee, son producto del esfuerzo y la disputa de quienes ven y entienden que la justicia social se conquista, de quienes se organizan en los trabajos, en los territorios y las instituciones educativas, quienes comprenden que esas pequeñas batallas grupales frente a quienes siempre se niegan al avance popular amplían las grandes posibilidades del colectivo social a ampliar la protección de la justicia social frente a quienes defienden conciente o inconcientemente el desamparo y la supuesta estructuralidad eterna de la pobreza y la exclusión. No es producto de la metafísica que la República Bolivariana de Venezuela haya sufrido innumerables intentos de desestabilización, cuyos momentos mas visibles fueron el fugaz golpe de estado y el Lock out gerencial de PDVSA. Tampoco creemos que sea impericia del presidente democrático de Honduras, Manuel Zelaya, el motivo por el cual fue expulsado de su patria y es perseguido por el régimen de facto.

No consideramos responsabilidad de Lugo, presidente de Paraguay, que su vicepresidente, el destituyente, conspire sistemáticamente. Evo Morales no subestimó al bloque de poder, quien organizó la masacre en la medialuna oriental. Se torna evidente el retorno con fuerza de los intereses del imperialismo norteamericano para la región, y para quienes osan poner la vocinglería característica del intelectual progre que no cree en el imperialismo, nos remitimos a mas datos fácticos: las declaraciones de Valenzuela en Argentina y Paraguay, el relanzamiento de la flota militar norteamericana y el despliegue de nuevas bases en la región, conjuntamente con los movimientos de los embajadores, producto de instrucciones precisas para cada país de los arriba mencionados.

LA DEMOCRACIA EN LOS PAÍSES DE LA REGIÓN

Estos datos nos alertan de una realidad, a la cual algunos no han sido lo suficientemente alertados si depositamos confianza en su buena fé. Los bloques de poder dominante se construyen a partir de la apropiación del trabajo ajeno y por ende de la rentabilidad. Llamados empresarios, patrones o burgueses, su comportamiento es la búsqueda del máximo beneficio y por su puesto, esto es intrínseco, la defensa de la posesión de esa posición social y material que le permite ser empresario, patrón o burgués. La democracia formal en América Latina, aunque con matices, implica la elección de representantes mediante el voto popular, los cuales asumen un mandato específico con facultades específicas.

Cuando los representantes que gobiernan obteniendo el voto popular realizaron o intentaron cuestionar algún elemento fundante de los privilegios del bloque de poder dominante, estos últimos reaccionaron. El ejemplo mas elocuente es el desencadenamiento de golpes de estado, como reacción del bloque de los empresarios que se creían perjudicados. Amparados por el estado norteamericano, justamente no por protagonismo (cual película de Rambo), factores climáticos o mandato divino, sino por vínculos estrechamente económicos con los “damnificados”. La situación en Honduras es la señal de alerta para la región, ya que este proceso de transición que posibilitaría la construcción de gobiernos profundamente populares contiene contradicciones y el imperialismo opera sobre ellas. Las democracias no son eternas, son producto de la fortaleza y responsabilidad del pueblo y de las organizaciones en las cuales se nucléa.

LA DERECHA

Es una definición histórica y occidental, pero para hacerlo un tanto mas real y tangible, allí se referencian las ideas del bloque de poder dominante, compuesto por el gran empresariado, una porción importante de pequeños empresarios que los acompañan y personeros (políticos de profesión, intelectuales, profesionales y algunos burócratas sindicales con negocios en común) dispuestos a entregar a sus hijos para defender posiciones.

Hay algunos despistados, que también no han sido lo suficientemente alertados si depositamos nuevamente confianza en su buena fé, y plantean la aparición de una derecha diferente. Como el caso de Gabriel Puricelli[5], que en Página 12 deslizó la supuesta voluntad del empresario pinochetista electo presidente de la República de Chile de “poner a raya a la ultrapinochetista Unión Demócrata Independiente” y que “…hay todo un partido que empezó a jugarse dentro de la derecha y que determinará cuanto de continuidad y cuanto de restauración pura y durá habrá en los cuatro años que vienen” en un artículo llamado “Los tropiezos de la concertación”.

La respuesta la tiene Emir Sader[6], también en un articulo publicado en Página 12 llamado “El Berlusconi chileno”, diciendo que ”Después de que la dictadura representara los intereses de la derecha y de los Estados Unidos en la región, el neoliberalismo proyectó otro tipo de líder de la derecha: un empresario supuestamente buen sucesor.”

SOBRE MARCO ENRIQUEZ OMINAMI

Continuando con la situación de Chile es de interés abocarse a ciertas posiciones que de alguna manera abonaron el sendero de la tercer vía norteamericana para la región, la electoral (en los 90 implementada con cierta facilidad). Recordemos las mencionadas: Golpe de Estado, Maniobra Destituyente , Maniobra Electoral (desde ya no es lineal, verificar como recombinación el caso Honduras: fuerzas armadas, vicrepresidente y elecciones).

Sin realizar una oda a la Concertación, quien promovió el TLC con Norteamérica, encorsetó la participación popular y la posibilidad de profundizar en medidas redistributivas, es necesario remarcar la emergencia de Marco Enriquez Ominami, quién nos hizo saber sus buenas intenciones y su buena fe, aunque demasiado tarde (a horas de la segunda vuelta).

Él se presentó como candidato presidencial en la legítima voluntad de profundizar sobre la senda popular pero con una notable debilidad en términos de estructura en comparación con: las fuerzas de derecha, la concertación y el partido comunista chileno. Su campaña estratégicamente se posicionó sobre la denuncia al bipartidismo y el anquilosamiento de la dirigencia política, como reaseguro de la inexistencia de voluntad transformadora.

Realmente tentadora oferta en la góndola electoral, pero sus éxitos relativos quedaron en la estadística: gran exposición de horas en los grandes medios de comunicación masivos (controlados por el bloque de poder dominante, no olvidemos) y ocupando el tercer lugar cómodo en la primera vuelta. No decimos irresponsablemente que fue un éxito relativo, ya que se asentó en gran medida sobre la volatilidad[7] del electorado que en gran medida no registra matices porque “son todos lo mismo”, o son parte del pasado[8], pensamientos que si hacemos un esfuerzo encontramos reminiscencias en las premisas del intelectual orgánico del neoliberalismo luego de la caída del muro de Berlín, Fukuyama, con su divulgado “fin de la história y muerte de las ideologías”.

La postura del frente electoral que condujo el Partido Comunista Chileno es interesante, ya que demuestra que otra actitud política era posible, reconociendo con prudencia al enemigo principal[9]y que el centro de la disputa no era el bipartidismo, sino la restauración conservadora o la posibilidad de profundizar el proceso popular. Estas condiciones mencionadas quedaron expuestas cuando Marco Enriquez Ominami finalmente apoyó a Frei, no pudiendo traccionar la base electoral “bajo su poncho”.

LA ROSCA PROGRE Y LA LECCIÓN

Este es un ejemplo valedero y aleccionador para quienes entendemos que nuestras conquistas sociales son un producto histórico de las largas luchas del pueblo y de la clase trabajadora y que fundamentalmente se articulan a través de la organización política y popular para concretarlas. También nos hace refrescar la memoria y ser concientes de la potencia del bloque de poder dominante para hacer retroceder estas conquistas, sin ir mas lejos, la transferencia de las empresas del estado a manos privadas, el endeudamiento externo y la entrega de los recursos naturales fueron realidad en manos de esos sectores y quebrando la legislación anterior (de los gobiernos del general Perón mas allá de la valoración que pueda tener cada uno del tres veces presidente).

Poner en el centro del debate a los personajes de derecha que integran el gobierno argentino[10], hacer responsable de la carencia del estado como empresario y garante de la justicia social al gobierno argentino, quitarle perspectiva histórica y voluntad constructiva a los planteos, y así mismo aliarse con la derecha para denunciarlo por los medios masivos y monopólicos de comunicación es un error.

Pero muchísimo mas grave aún es no tener fuerza popular organizada disponible para ser hegemónico dentro de ese frente macabro que apuesta a la salida anticipada del gobierno argentino. Es indudable que en el gobierno argentino existen fuertes componentes de derecha o individuos que expresan los intereses de la derecha, pero sin lugar a dudas no son quienes conducen la dirección del proceso, alcanza con este humilde aporte para comprenderlo, dejando de lado fuertes datos estadísticos que lo podrían reforzar o bien remitirse a las últimas grandes medidas como la nacionalización de las AFJP, la ley de servicios audiovisuales y la asignación por hijo.

Como contra ejemplo están quienes dicen expresar el sentir popular, pero ante el intento audaz del gobierno nacional por apropiarse de un margen mayor de la renta agraria diferencial a través de la resolución 125, el diputado Claudio Lozano de Proyecto Sur acompaña las posiciones enarboladas por la golpista mesa de enlace. Adelanto a algunos desprevenidos sin la mínima intención de romperles abruptamente la ilusión que Pino Solanas (Proyecto Sur) no podrá enviar al congreso un dictamen de mayoría desde la comisión de energía para el tratamiento de la nacionalización de YPF y si me equivoco, y la ilusión sigue adelante salteando el escollo del fuerte componente de derecha en esa comisión, será imposible que se realice desde el congreso de la nación.

Quién tomó nota sobre los sucesos post electorales en Chile fue el presidente Lula de Brasil[11], al cual sorpresivamente Proyecto Sur sigue “bancando” a pesar de no haber implementado medidas de la magnitud del gobierno de Cristina Fernández y por lo tanto eludió enfrentamientos “incómodos” con los grupos de poder, alineando denodadamente al arco de alianzas que conduce el PT detrás de la candidatura de Dilma Rousseff. Arrate junto al marco de alianzas del PC chileno nos indican que otras posturas son posibles, acá en la Argentina amplios espacios políticos por fuera del PJ, organizaciones sociales como la Tupac Amaru, los intelectuales del pueblo en Carta Abierta, la Central de Trabajadores de la Argentina, con su secretario general Hugo Yasky y el flamante diputado electo Sabbatella también establecen criteriosamente un accionar político que pretende movilizar y profundizar este proceso hacia la distribución del ingreso hacia el pueblo y la justicia social.La buenaventura de la iglesia y los medios monopólicos de comunicación para con la rosca progre tendrá como límite de mínima la salida anticipada de Cristina Fernández y de máxima las elecciones presidenciales.

Si se produce la victoria de la derecha en la Argentina, alertamos que la responsabilidad no será de quienes conducen el proceso hoy, sino de quienes irresponsablemente sirvan a la estrategia yanki.

La unidad es la unidad del pueblo, la lucha es la lucha popular y los enemigos, los grupos económicos y todas sus extensiones.

Franco Agustín Lucietto - Agrupación Envar El Kadri



NOTAS


[1] No los hemos definido como post neoliberales, no capitalistas, progresistas o nacionalistas revolucionarios, como así otras definiciones, porque la voluntad fue integrar dentro de este espacio la mayor cantidad de fuerzas político sociales de Latinoamérica. Estas definiciones quedan chicas para este amplio abanico de fuerzas y la mejor manera fue incorporarlas bajo ese amplio paraguas que referenciamos en el texto.

[2] Como construcción histórica

[3] Frase acuñada por el Presidente Ecuatoriano Rafael Correa en el acto de asunción de su gobierno “…Esta no es una época de cambios, sino un cambio de época”

[4] Definir a estos gobierno como continuidad del neoliberalismo sería desconocer al neoliberalismo en sí mismo, o al menos conocerlo exclusivamente desde lo teórico desconociendo absolutamente como esta corriente ideológica se corporiza en fuerza, ejerce el poder político y despliega las políticas de gobierno.

[5] Integrante de Proyecto Sur, cercano al diputado Claudio Lozano, y con basta experiencia en la dirección de agrupaciones universitarias que integraron el frente grande. Vinculado a la embajada de Canadá, país reconocido por su fuerte lobby defendiendo los intereses de las empresas mineras.

[6] Intelectual vinculado a organizaciones sociales, centrales obreras y partidos políticos populares de América Latina. Recientemente brindó una conferencia en la sede nacional de la CTA sita en la calle Piedras de la ciudad porteña. Además es secretario ejecutivo de CLACSO

[7] La volatilidad en el electorado de Marco Enriquez Ominami, en comparación del frente conducido por el Partido Comunista, es mucho mayor. Decimos esto porque el PCch tiene una estructura mucho mayor, con história y disciplinamiento, como así también su postura frente a la segunda vuelta era parte de la estratégia electoral.

[8] Las palabras de Marco Enriquez Ominami después de la primer vuelta insinuaban que no se iba a pronunciar por ninguno de los dos bloques, ya que caracterizó a las fuerzas en contienda como parte del pasado

[9]El concepto de enemigo principal es desarrollado por Mao Tse Tung en la contradicción principal y el aspecto principal de la contradicción

[10] Llamamos al gobierno argentino a quienes han sido democráticamente electos para ocupar el poder ejecutivo de la Nación, es imprescindible aclarar que dentro de esto no se encuentra el vicepresidente Cobos, que fue alentado por el bloque de poder dominante y el imperialismo yanki a sumarse a la estrategia para la región.

[11] Tapa de página 12 del día 23 de enero de 2010.(Agencia Paco Urondo)

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