lunes, 19 de octubre de 2009

Rescate histórico de la casa donde Scalabrini Ortiz soñó y luchó

Capital Federal (Agencia Paco Urondo, publicado en El Argentino) Es por la casa que perteneció a Scalabrini Ortiz. El inmueble pertenece al Obispado de San Isidro, pero diputados del Frente para la Victoria quieren instalar un Museo Argentino del Pensamiento Nacional. Las razones y las voces de los involucrados.
Por Esteban Kraizer

Como si reviviera la antigua disputa entre la Iglesia y algunos sectores del peronismo, el Frente para la Victoria envió al Congreso un proyecto para la recuperación de un inmueble en donde vivió el pensador nacional Raúl Scalabrini Ortiz y convertirlo en Museo Argentino del Pensamiento Nacional. En la actualidad, el predio es propiedad de la comunidad católica Jesús en el Huerto de los Olivos, que mantiene una escuela. Según define la impulsora del proyecto, la diputada bonaerense Claudia Bernazza, “podría pensarse en la vieja antinomia, pero preferimos abrir el diálogo con la comunidad parroquial que, si bien se opone a la expropiación, habilitó la posibilidad de homenajear a Scalabrini en la escuela con clases especiales y otras actividades educativas”.

“Pasado mañana me mudo a Olivos. Mi nueva dirección es Alberdi 1164. Tendré allí un escritorio lleno de sol y bien aislado. Me prometo volver a mi función específica de intelectual, es decir de hombre que piensa, estudia, medita, escribe y aconseja...”, le contaba Scalabrini Ortiz a José Capelli, secretario de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), el 29 de mayo de 1943. Varias décadas después, el nombre de este intelectual, uno de los principales pensadores del acervo ideológico nacional y popular, se reduce a designar una avenida porteña que, paradoja mediante, antes llevaba el nombre de un ex primer ministro británico, Canning.

Scalabrini Ortiz nació en Corrientes y adoptó la ideología de las primeras agrupaciones marxistas que llegaron a la Argentina hacia fines del siglo XIX. Fue contemporáneo al surgimiento del radicalismo como movimiento de masas, y desertor de los postulados del humanismo francés por considerarlo “xenófobo y antilatinoamericano”. Entre lucha de clases, insurrecciones armadas y procesos de industrialización, Scalabrini se constituyó, junto con Arturo Jauretche, en uno de los referentes de la ideología nacional y popular desde FORJA, que abandonó durante el primer gobierno de Perón para convertirse en artífice intelectual de los principales desarrollos teóricos y estratégicos de esa gestión. Entre ellos, la autonomía económica del imperio de Gran Bretaña y la nacionalización de los ferrocarriles, asunto por el que demostró obsesión en sus artículos periodísticos y académicos. “Esos rieles tendidos por el capital extranjero son una inmensa tela de araña metálica donde está aprisionada la República”, sentenció desde las páginas de los diarios de la época.

Pasaron sesenta años y no existe aún una sistematización del pensamiento social, económico y político de la Argentina moderna, que reivindique los aportes de estos intelectuales con formación académica de excelencia y el corazón en los problemas argentinos. Para Claudia Bernazza, “los escritores nacionales que no respondieron a la cultura ‘oficial’ de su tiempo, participan de una suerte de censura o proscripción que nadie reconocerá, pero que es una realidad en muchos claustros. No alcanza con las cátedras abiertas o los homenajes en determinadas fechas. Estos autores deberían ser lecturas centrales para los alumnos”.

La ley 20.780, aprobada en 1974, autorizaba al Poder Ejecutivo a adquirir y/o expropiar la vieja casona de Olivos. Nunca se ejecutó y en 1978 el gobierno de facto la derogó, aduciendo falta de resoluciones administrativas. Un año después, el predio fue adquirido por el Obispado de San Isidro que la destinó a la comunidad Jesús en el Huerto de los Olivos.

El tema parecía haber quedado en el olvido, pero en febrero de este año un grupo de militantes peronistas bonaerenses, agrupados en la corriente “Consenso Bicentenario”, lo llevaron al Congreso y declararon 2009 como el año de homenaje a Raúl Angel Toribio Scalabrini Ortiz. Durante un acto recordatorio, Osvaldo Cuesta, uno de los referentes de esta agrupación, argumentó la iniciativa: “Fue un auténtico patriota que se subordinó a la fe de la lucha por la causa nacional y popular, la cual le daba fuerza para seguir a pesar de los contratiempos. Era un intelectual de fuste, comprometido con su pueblo y con su patria, no al servicio de intereses foráneos”.

Por su parte, los descendientes de la familia del escritor forjista –su hijo Jorge y su nieto Martín– trabajan en la difusión del pensamiento del intelectual y acompañan, incluso con la voluntad de aportar material y documentación, la iniciativa de la construcción del museo en la antigua casa de Olivos.

Por ahora, los impulsores del proyecto descartan la expropiación para evitar enfrentamientos con la comunidad religiosa, por eso la última iniciativa establece la figura de “servidumbre administrativa”, que preserva la propiedad de los actuales dueños, pero se reserva el derecho de utilizar parte del predio.

En el Obispado de San Isidro no hay preocupación. El padre Agustín Costa, responsable de la parroquia de Jesús en el Huerto de los Olivos, muestra voluntad de dialogar y alcanzar acuerdos, porque entienden que la intención del proyecto no es interrumpir las actividades educativas ni pastorales, sino incorporar la figura y el pensamiento de Scalabrini Ortiz en los contenidos pedagógicos.

Con una habitación, una escuela, un museo o un centro cultural, el debate de fondo no se agota. Recorrer las ciudades es atravesar miles de calles y no cuestionarse a quiénes recuerdan sus nombres. Las designaciones de edificios, monumentos, plazas y avenidas no son detalles inocentes; son símbolos de un pensamiento dominante y de su cultura hegemónica. Ignorar a Scalabrini Ortiz, como a tantos otros, constituye un acervo ideológico negativo que debería revertirse. (Agencia Paco Urondo)

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