No se puede vivir mintiendo, por Favio Grillo

Quilmes, Buenos Aires (Agencia Paco Urondo) En los últimos años, la sociedad se vio invadida de un sentimiento casi olvidado: la esperanza. Algunos aducen esta situación a la estabilidad política, otros a la económica. Como sea, lo cierto es que esta realidad es innegable.

Pero no es de esa esperanza que sólo se percibe sólo en esos planos. Esta se traslada también a todas las escuelas y a todos los trabajos, a las calles y a las plazas; y claramente se la pudo ver de la mano de nuestros enormes deseos de un futuro cada vez mejor.

Cada uno de nosotros depositamos en un sobre nuestras ganas de seguir avanzando en esta reconstrucción del país que se fue logrando después del terremoto del 2001.
Claro está que todos queremos lo mismo: continuar por este sendero de crecimiento y progreso conocido por nuestros abuelos, pero inédito para las generaciones mas jóvenes.

Algún escéptico se podrá preguntar: ¿Cómo es que si todos queremos lo mismo, la voluntad de la gente depositada en las urnas resultó ser tan dividida?.
Esta pregunta tiene una explicación bastante simple si se tienen en cuenta 3 factores importantes: la mentira, la confusión y la prohibición casi explícita de hacer uso de la memoria.

Es algo sabido por todos nosotros que muchos de los candidatos utilizan a menudo el recurso de la mentira, basta con prestarle atención a las promesas hechas que no se molestaron siquiera en intentar cumplir.

Por supuesto que esto no es suficiente para obtener un buen resultado en los comicios, por lo que también apelan a la confusión. Alianzas dudosas, deformación de la realidad e instalación en la sociedad de pánicos infundados son algunos claros ejemplos de las estrategias que llevan a cabo quienes dicen ser salvadores y liberadores de la opresión, de la que según ellos, es victima el pueblo.

Quizás sea suficiente ya para lograr un resultado satisfactorio. El único problema es que tenemos memoria; y de donde ellos vienen es un lugar al que no queremos ir. O mejor dicho, volver. Una de las herramientas, probablemente la mas importante para combatir la memoria son los medios masivos de comunicación. Y qué mejor si algunos de estos medios son propiedad de los candidatos.

Utilizan canales de televisión, radios, diarios para enviar mensajes engañosos y maliciosos a un gran número de personas. Pero no todo tiene que ser política: muchas veces las frivolidades son las encargadas de sumar votos.

No hay que perder de vista que todo lo recién enumerado no tendría ningún efecto en las personas si no fuera por algún sector de la sociedad que no ha podido o no ha querido evitar ser engañado. Y con esto no me refiero a las pocas familias que se alimentan de la pobreza de la gente, sino a aquellos que creyeron ver en estos candidatos con olor a pasado alguna posibilidad de mejorar su calidad de vida.

Hasta acá mi explicación de por qué mucha gente no defendió los importantísimos logros y triunfos obtenidos en estos últimos años. Pero no importa porque un tropezón no es caída y estamos a tiempo de revertir esta situación.

Hay que tener cuidado y no hacer caso absoluto a lo que nos quieren hacer pensar.
No es cierto que el modelo llevado a cabo en este último tiempo esté en su recta final, o como dicen algunos enemigos de la democracia, agonizando. Lo dejan en evidencia las millones de personas que no se dejaron engañar, que siguen apostando a este modelo de inclusión social, de educación y de trabajo.

Por eso no hay que adelantarse a los hechos y dejar que esta esperanza, que es algo nuevo para los jóvenes, se la lleven quienes quieren volver al pasado. Las elecciones recientes dejan ver cierta desorientación de la gente, pero nada más que eso.

Se puede obtener un buen resultado electoral apelando a estrategias vergonzosas. Pero es bueno recordar que la mentira, a pesar de lo que piensan algunos, siempre tiene patas cortas, y en muy poco tiempo, la verdad estará a la vista de todos.

No se puede vivir mintiendo. (Agencia Paco Urondo)