viernes, 19 de junio de 2009

“La paja del trigo”, por Diego Gustavo Oliveira y Fabián Cabanellas

Ensenada, Buenos Aires (Agencia Paco Urondo) Seamos directos, como lo fue el desorbitado dirigente sojero de Gauleguachú cuando dijo que el 28 de junio había que “subir los peones a las chatas y decirles lo que hay que votar”, o cuando el binomio Macri-De Narváez expresaron que había que “volver a privatizar aerolíneas argentinas y el sistema previsional, volviendo a las AFJP”, o cuando Elisa Carrio -esa ex funcionaria de la dictadura militar en la provincia del Chaco- manifestó que, frente al tratamiento del proyecto de ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales, había que “defender a los grandes multimedios de la información”.

No demos vueltas, son expresiones de un pensamiento que evidencia la idea de un país donde “cada cosa debe estar en su lugar” y donde “gobiernen los que tienen que gobernar”. Los peones son una parte de la propiedad del campo, mantienen los cortes de ruta por la noches mientras los patrones descansan, hacen el asado a la vera de la ruta mientras los “productores” atienden a la prensa, eso sí, ni se les ocurra reclamar la jornada laboral de 8 horas y un salario justo. Las empresas privatizadas de servicios públicos, la pantalla ideal para los grandes negociados, si les va bien giran ganancias al exterior, si les va mal reclaman subsidios del Estado. Los multimedios reflejan la voz de “la gente” y están para mostrarle “la verdad” a la sociedad. Cualquier parecido con las ideas que reinaron en la Argentina de principios del siglo pasado, la primera o segunda “década infame”, es pura coincidencia.

Pero, cuál es el grado de consenso que tienen estás ideas de un modelo probadamente elitista, excluyente, inequitativo, injusto, individualista, anacrónico, que propone una restauración conservadora. Cuál es el consenso que tienen las políticas que nos llevaron al desastre del 2001. ¿Cual fue el aprendizaje?

Se verá el 28 de junio y se seguirá discutiendo después, cuando se intente hacer una lectura del resultado electoral que favorezca a aquellos intereses. Por eso, el 28 es un hito, un punto que permitirá continuar consolidándonos como país o retroceder. Seguir creciendo desde lo construido hasta acá, avanzando con lo que falta o desandar el camino iniciado en 2003, echando por la borda lo conquistado. Claro como el agua clara. Nunca fue fácil la tarea de hacer realidad y consolidar un proyecto de Independencia Económica, Soberanía Política y Justicia Social, ya lo dijo Perón, por eso, más allá de las contradicciones, los compañeros que se asumen peronistas y se ponen bajo el ala del poder económico-comunicacional o, aquellos que desde posiciones intransigentes, levantan discursos con propuestas que en si mismas son valiosas pero que, hoy día, por el margen de consenso social y político, están destinadas al fracaso, no pueden ser calificados de ingenuos, no están equivocados, están en otro rumbo.

Un 22 de febrero de 1946, en el discurso de cierre de campaña de aquel primer gobierno, el General decía "No concurran a ninguna fiesta que inviten los patrones el día 23; quédense en casa y el día 24 bien temprano, tomen las medidas para llegar a la mesa en que han de votar. Si el patrón de la estancia, como lo han prometido algunos, cierra la tranquera con candado, ¡rompa el candado o la tranquera, o corte el alambrado y pase a cumplir con la patria!".

Con el debido respeto por las distancias temporales y de las otras, romper las tranqueras hoy significa no dejarse comer la cabeza por el discurso mediático dominante, significa apoyar todo lo hecho en materia de trabajo y producción, jubilaciones, obra pública, salud, educación, vivienda, investigación científica, derechos humanos, unidad latinoamericana, relaciones internacionales, desendeudamiento, etc. Significa votar el 28 de junio por la profundización del modelo nacional y popular que encabezan Cristina Fernández y Néstor Kirchner.

Los autores son miembros del Centro de estudios populares “Patria Grande”, Ensenada. (Agencia Paco Urondo)

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